Con motivo de la celebración del Día Mundial del Alzheimer mañana, 21 de septiembre, psicólogos del Departamento de Salud de la Ribera recuerdan la necesidad de que los cuidadores de personas dependientes dediquen tiempo a su autocuidado físico y emocional.

El carácter degenerativo y progresivamente incapacitante de esta enfermedad obliga a que el cuidador principal de un paciente de Alzheimer dedique, cada vez, más energía y tiempo a desarrollar este rol que, en el 80% de los casos, recae en los propios familiares.

Según ha destacado Mónica Portillo, psicóloga clínica del Departamento de Salud de la Ribera, “conforme progresa la enfermedad, los cuidados diarios del enfermo se van complicando y la exigencia de presencia del cuidador cada vez es mayor, ya que debe participar en actividades cotidianas como comer, vestirse, usar el baño, ir de compras, preparar la comida e, incluso, gestionar la economía del paciente”.

“De esta forma, el cuidador directo de una persona dependiente suele abandonar progresivamente sus actividades y rutinas e, incluso, su propio cuidado, lo que puede desencadenar una serie de síntomas tanto en la esfera física como emocional, a los que hay que prestar atención, ya que, de lo contrario, pueden agravarse”, ha afirmado Portillo.

Síntomas frecuentes del cuidador

Así, a nivel físico los cuidadores suelen sentir fatiga, malestar general, dificultades para dormir, dolores de cabeza, dolores inespecíficos, alteraciones en el peso y alteraciones de estómago, entre otros problemas de salud.

Asimismo, la tristeza, la irritabilidad, la culpa y la ansiedad, son los principales síntomas que el cuidador de una persona dependiente suele experimentar a nivel emocional, junto a pensamientos negativos hacia el enfermo (rabia, enfado, rechazo), “difíciles de aceptar, pero que son naturales en este tipo de situaciones y que, por tanto, no hay que bloquear o sentirse mal por ellos, pudiendo convivir con otros sentimientos positivos, más fáciles de reconocer”.

“Tanto los físico como los emocionales son síntomas que pueden cronificarse o agravarse por el hecho de que, habitualmente, el cuidador deja, en muchas ocasiones, en segundo plano sus propias necesidades y no consulta sus problemas de salud”, ha afirmado Portillo.

Principales consejos

Ante ello, los psicólogos del Departamento de Salud de la Ribera destacan la necesidad del autocuidado en los cuidadores, a diferentes niveles, “para proteger su salud física y mental y, en última instancia, contribuir a ejercer su labor con mayor calidad, eficiencia y disfrute, lo que también va a beneficiar a su familiar con Alzheimer”.

Así, aconsejan descansar las horas necesarias durante la noche con el fin de contrarrestar las situaciones de fatiga e irritabilidad, así como alimentarse de forma equilibrada, comiendo sentados a la mesa y con un ritmo adecuado, y en compañía de otros miembros de la familia siempre que sea posible.

Junto a ello, se recomienda dedicar tiempo, aunque sea reducido, a realizar actividades y practicar aficiones, como leer, coser, ver la televisión, así como realizar ejercicio con regularidad y en compañía.

Practicar respiraciones profundas a lo largo del día y ejercicios de relajación varias veces por semana, con el fin de calmarse mentalmente y prevenir la tensión muscular, es otra de las recomendaciones que realizan los especialistas de la Ribera, quienes señalan la importancia de “pedir ayuda siempre que se necesite y acudir al médico de cabecera si los síntomas no disminuyen aunque se lleven a cabo este tipo de consejos”.

Enfermedad de Alzheimer

Cabe destacar que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que ocupa actualmente el tercer lugar como patología sanitaria, por detrás de los accidentes cardiovasculares y el cáncer.

Según los especialistas del Hospital de Alzira, factores como el progresivo envejecimiento de la población y la transición epidemiológica (el cambio que experimentan las enfermedades), provocan un incremento de las patologías degenerativas como el Alzheimer.

En este sentido, se estima que la comarca de la Ribera cuenta con 4.000 personas afectadas de demencias, registrándose unos 400 nuevos casos cada año.