Especialistas del Hospital de la Ribera recomiendan no mentir al comunicar a un menor el fallecimiento de un ser querido

Alzira (31.10.18). Especialistas en Salud Mental del Departamento de Salud de la Ribera, recomiendan no mentir ni dar rodeos a la hora de comunicar el fallecimiento de un ser querido a un menor de edad. En esos casos los expertos aconsejan ser completamente honestos con el niño y no apartarle de la realidad que se está viviendo.

Según los psicólogos infantiles, el duelo por la pérdida de un familiar es distinto en los niños. Frente a la tristeza y abatimiento de los adultos, los menores suelen presentar alteraciones en el carácter, cambios de humor, bajo rendimiento escolar o alteraciones en el sueño y la alimentación.

Además, se debe prestar atención a posibles manifestaciones en los menores de edad como ira o violencia, enfado hacia otros miembros de la familia, pesadillas, irritabilidad, deseo de irse con la persona fallecida o sentimiento de culpa por la pérdida.

En palabras del Jefe de la Unidad de Salud Mental del Departamento de la Ribera, José Enrique Romeu, “en algunas ocasiones, hay menores que sufren un regreso a etapas anteriores del desarrollo; es decir, actúan de manera más infantil (exigen más comida, hablan como un bebé) para reclamar más atención o más cariño. Estos casos no deben preocupar ya que suelen ser procesos pasajeros”.

Comunicar un fallecimiento

A la hora de comunicar un fallecimiento a un menor, es recomendable informarle lo antes posible de lo ocurrido aunque resulte doloroso y difícil. Para ello, es conveniente buscar un momento y un lugar adecuados para explicárselo con palabras sencillas.

Según Romeu, “nunca debemos recurrir a frases como ‘el abuelo se ha ido de viaje’ o ‘la abuela ya no va a volver’. Es mejor emplear pocas palabras y sinceras para explicar cómo ocurrió el fallecimiento: ‘la enfermedad le ha causado la muerte’, ‘las personas se mueren cuando están muy enfermas’.

Una vez comunicada la pérdida, los adultos deben permitir que el menor participe en los ritos funerarios y darle la oportunidad de que asista al velatorio, funeral o entierro. Tomar parte en esos actos puede ayudarle a comprender qué es la muerte y a iniciar el duelo. Es aconsejable explicarle antes qué escenas verá, qué escuchará y el porqué de todo.

En cuanto a los sentimientos, la familia debe animar al menor a expresarlos libremente ya que le ayudará a vivir de manera más adecuada la separación. “Decirle al niño -apunta Romeu- frases como ‘no llores’ ‘tienes que ser fuerte’, ‘no estés triste’ pueden cortar la libre expresión de las emociones e impedir que se desahogue”.

Los primeros días tras el fallecimiento es importante mantenerse física y emocionalmente cerca del niño (sentarse a su lado, cogerlo en brazos, llorar con él, dormir cercar de él), así como transmitirle que, a pesar de lo ocurrido, la vida cotidiana continúa. Según los expertos, una de las principales ayudas para los niños frente a las pérdidas es recuperar el ritmo diario de sus actividades: colegio, amigos, deporte, etc.

El duelo en los adultos

Por su parte, el duelo en los adultos permite restablecer el equilibrio personal y familiar tras una muerte. La intensidad y duración serán proporcionales al significado de la pérdida, aunque cada persona tiene su propio ritmo y necesita un tiempo distinto. En este sentido, la referencia de que el duelo ha acabado es cuando la persona es capaz de pensar en el fallecido sin dolor.

Al principio, la imagen del fallecido ocupa por completo la mente, pero con el paso del tiempo estos momentos de recuerdo doloroso se alterna con la reorganización de la vida. Progresivamente, van espaciándose los recuerdos amargos para dar paso a los que resultan más preciados.

Tras un fallecimiento, es importante que los adultos busquen el apoyo de familiares y amigos para sentirse acompañados, a la vez que se recupera paulatinamente el ritmo de vida anterior, sobre todo con las actividades de ocio que resultan más placenteras.

Asimismo, no conviene tomar decisiones importantes de forma precipitada en situaciones de duelo (por ejemplo, vender la casa); en esos casos, es mejor consultarlo con personas que puedan ayudar.

Además, para esos casos de pérdida, puede ser útil crear un espacio de recuerdos (un álbum o caja) que permita revivir determinados momentos o situaciones, por lo que no conviene deshacerse precipitadamente de objetos que pertenecían al fallecido.

“Es normal que haya periodos de recrudecimiento del dolor en fechas señaladas como navidades, cumpleaños, aniversarios, pero por lo general no suelen suponer ninguna ruptura de la normalidad que se ha recuperado con el tiempo”, concluye Romeu.