Medio centenar de pacientes del Hospital Universitario de la Ribera llevan implantado un neuromodulador que, mediante estímulos eléctricos en las raíces del nervio sacro, les permite controlar su incontinencia fecal.

Este sistema de corriente eléctrica envía impulsos al plexo nervioso sacro con el objetivo de estimular los músculos responsables de la función defecatoria y que actúen con mayor intensidad.

En palabras del jefe de la Unidad de Coloproctología del Hospital de la Ribera, José Vicente García Díez, “esta técnica consiste en colocar un electrodo con corriente eléctrica como si fuera un marcapasos. Al recibir estímulos en las raíces de los nervios sacros conseguimos activar los reflejos de la función defecatoria y que el paciente tenga control sobre el esfínter y, por tanto, de las deposiciones.”

Este neuromodulador ha ayudado a resolver la incontinencia fecal en el 95% de los casos intervenidos en el centro hospitalario de Alzira, ya que en 48 de los 51 pacientes implantados se ha mejorado su función defecatoria y su calidad de vida.

Para García Díez, una de las principales ventajas de este implante es que “permite al propio paciente gestionar a través de una aplicación del teléfono móvil la intensidad de los impulsos eléctricos que recibe el músculo, de manera que puede regularlos en caso de disminución de la efectividad o molestia”.

Mujeres mayores de 50 años y ancianos

La incontinencia fecal es una patología incapacitante que provoca el escape involuntario de heces sólidas, líquidas o gases, lo que puede llegar a afectar de forma muy severa la vida familiar, social y profesional de la persona que la padece.

Se estima que cerca de 2.500 personas de la comarca de la Ribera padecen algún grado de incontinencia fecal, una enfermedad que afecta principalmente a mujeres mayores de 50 años y a personas ancianas con problemas neurológicos.

Según García Díez, “8 de cada 10 casos de incontinencia fecal se presentan en mujeres, quienes por su constitución anatómica, procesos de embarazo o partos pueden ver alterado el suelo de la pelvis, perjudicando el control del esfínter”.

Según el jefe de la Unidad de Coloproctología del hospital alcireño, “la incontinencia fecal es una de las patologías más silenciadas por los propios pacientes, que muchas veces esconden su problema por vergüenza o porque creen que no existe solución”.

Técnica mínimamente invasiva

 El procedimiento para el implante de este neuromodulador se lleva a cabo mediante una cirugía mínimamente invasiva que consta de dos fases.

En una primera cirugía, al paciente se le implantan provisionalmente los electrodos en las raíces nerviosas del sacro y se le extrae a través de la piel un cable hasta un neuromodulador externo que genera los estímulos eléctricos.

“Tras este implante temporal -explica García Díez-, valoramos durante un mes los avances del paciente, que debe rellenar un completo cuestionario y un calendario de deposiciones para comprobar cómo el sistema eléctrico ha mejorado su calidad de vida”. Si, tras ese mes, el funcionamiento ha sido positivo, se procede al implante definitivo de un neuromodulador de unos 4 cm en la zona de los glúteos.

Ambos procedimientos quirúrgicos se realizan con anestesia local y sin necesidad de hospitalización. Una vez implantado, el paciente ha de llevar a cabo un seguimiento mínimo para controlar la batería instalada, que tiene una duración de cinco años.

Esta cirugía está indicada como última solución en aquellos pacientes que continúan con incontinencia fecal a pesar de las restricciones dietéticas y de haber completado un programa de ejercicios para reforzar y estimular la musculatura del ano.

Estrecha colaboración

 El Hospital de la Ribera colabora estrechamente con la Asociación para la Incontinencia Anal -ASIA- (www.asiasuport.org), una organización de pacientes de carácter nacional que, desde 2013, trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas que padecen esta patología.

“Nuestro gran reto es concienciar a la población de que este problema de salud se puede tratar y de que debemos acabar con el miedo al rechazo social, que muchas veces provoca que los pacientes escondan su incontinencia fecal, incluso, a los profesionales sanitarios”, concluye García Díez.

En este sentido, cabe destacar que del 15 al 21 de junio se celebra la Semana Mundial de la Incontinencia (urinaria y fecal), como una forma de visibilizar socialmente este problema de salud.