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Reacciones Psicológicas en Niños tras la DANA (1ª parte)

Reacciones Psicológicas en Niños tras la DANA (1ª parte)

 

Unidad de Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia (USMIA)

 

Los desastres como la DANA afectan a las comunidades de muchas maneras, y los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a las consecuencias emocionales. Su respuesta a estas experiencias puede variar según la edad, y como adultos, es esencial conocer sus posibles reacciones para poder ayudarlos a afrontarlas de manera saludable.


Reacciones emocionales esperadas según la edad


•    0 a 3 años:

  • Mayor dependencia del cuidador principal.
  • Llanto frecuente, rabietas y gritos.
  • Regresión a comportamientos ya superados, como volver a pedir chupete.
  • Juegos violentos o desinterés por jugar.


•    3 a 6 años:

  • Inseguridad, miedos generalizados y alteraciones del sueño, como pesadillas o terrores nocturnos.
  • Regresión en control de esfínteres.
  • Repetición constante de preguntas sobre la muerte, sin comprender su carácter permanente.


•    6 a 9 años:

  • Pueden mostrarse más callados o agitados, con miedo a la oscuridad o pensamientos intrusivos sobre lo sucedido.
  • Dificultad para expresar sus emociones o socializar con otros niños.


•    9 a 12 años:

  • Aislamiento, irritabilidad, hiperactividad y conductas de riesgo.
  • Problemas de concentración, absentismo escolar y dificultades para comunicarse con los adultos.


Estas reacciones, aunque normales, reflejan la forma en que los niños procesan el trauma. Entenderlas nos permite acompañarlos mejor en su recuperación.


Claves para hablar con ellos sobre lo sucedido


Si se piensa que los niños “no sienten o no entienden” se comete un grave error que los deja expuestos a sufrimientos y temores. Una explicación sencilla ayuda a los niños a entender y manejar sus miedos.


1.    Siempre la verdad, nunca mentir. La mentira no protege al niño; es probable que vaya a conocer la verdad a través de otras, a veces de manera inadecuada; cuando esto suceda, se puede sentir engañado y confuso. Si hay alguna mala noticia que dar al niño, es preferible que, de manera cuidadosa y adecuada, lo hagan las personas a las que el niño quiere y en las que confía.


2.    Averiguar qué sabe el niño. Probablemente haya oído información incompleta que le genere miedo y ansiedad porque no es capaz de comprenderla o porque se habla de conceptos complejos para el desarrollo del niño.


3.    Decirle sólo aquello que pueda entender. Debemos tener en cuenta la edad del niño y su nivel de comprensión. En los niños pequeños utilizar un lenguaje adecuado a su edad, utilizando frases cortas, de forma simple y honesta. Tan absurdo sería dar explicaciones excesivas a un niño de 3 años como evitarlas a un adolescente.


4.    No dar más información de la que el niño pueda asumir. Estamos comunicando al niño algo que le desborda emocionalmente; partimos del hecho de que debemos decírselo, sin embargo, tenemos que marcar unos límites. En general, es el propio niño el que los marca, preguntando más o cambiando de tema; a partir de los 6 años es posible que el niño evite por completo el tema, puede ser una estrategia para evitar el dolor, es importante retomar el tema al día siguiente. Si el incidente ha comportado la muerte de alguien, abordarlo de forma directa a partir de los 6 años; antes de esa edad explicar el carácter permanente de la muerte y la tristeza que causa.


5.    Responder siempre a las preguntas que nos haga el niño sobre lo que ha sucedido. En general, sus preguntas nos orientan sobre la información que desea tener, pero, en muchos casos el niño no pregunta nada porque se teme lo peor, como en el caso de la muerte de alguna persona próxima. Cuando esto sucede, hay que ir un poco más allá de sus preguntas y comunicárselo.


6.    Evitar la exposición masiva a medios de comunicación y redes sociales. No tener acceso a imágenes y vídeos dolorosos e impactantes en relación al suceso.


¿Quién debe hablar con ellos?


Las personas más cercanas, como los padres o cuidadores principales, son quienes mejor pueden transmitir seguridad. En el ámbito escolar, los profesores con mayor contacto con el niño pueden asumir este rol. Si no sabes cómo abordar el tema, busca la orientación de un profesional, pero no delegues por completo; los niños prefieren estar con quienes les transmiten confianza.


En el próximo post, continuaremos con estrategias prácticas sobre cómo apoyar a los niños en los días posteriores al desastre y cuándo es necesario buscar ayuda profesional.

 

REFERENCIAS:

• Casas, G. (2005). Guía Práctica de Salud Mental en Situaciones de Desastres. Atención
Psicosocial a la Infancia y la Adolescencia. (Capítulo V, Pág. 97 a 125). www.paho.org/desastres
• Isabel Calonge Romano. Situaciones traumáticas en la infancia, cómo afrontarlas Primera Edición: julio de 2004 Edita: DEFENSOR DEL MENOR EN LA COMUNIDAD DE MADRID Con la colaboración del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
• Los niños y el trauma. Internet National Child Traumatic Stress Network en www. NCTSN.org
• Hablemos de Duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes. www.fundacionmlc.org
• Porcar I. Primeros Auxilios Psicológicos Evolutivos.